«¿Y cómo lograste llevar tantas almas al infierno en aquella época?
– Por el miedo.
– Ah, sí. Excelente estrategia; vieja y siempre actual. ¿Pero de qué tenían miedo? ¿Miedo a ser torturados? ¿Miedo a la guerra? ¿Al hambre?
– No. Miedo a enfermarse.
– ¿Pero entonces, nadie más se enfermaba en esa época?
– Sí, se enfermaban.
– ¿Nadie más moría?
– Sí, morían.
– ¿Pero, no había cura para la enfermedad?
– Había.
– Entonces no entiendo.
– Como nadie más creía y enseñaba sobre la vida eterna y la muerte eterna, pensaban que solo tenían esa vida, y se aferraron a ella con todas sus fuerzas, incluso si les costaba su afecto (no se abrazaban ni saludaban, no tenían ningún contacto humano durante días y días);
… Su dinero (perdieron sus trabajos, gastaron todos sus ahorros, y aún se creían afortunados siendo impedidos de ganarse el pan);
… Su inteligencia (un día la prensa decía una cosa y al día siguiente se contradecía, y aún así se lo creían todo);
… Su libertad (no salían de su casa, no caminaban, no visitaban a sus parientes… ¡era un gran campo de concentración para prisioneros voluntarios!);
Aceptaron todo, todo, siempre y cuando pudieran superar sus vidas miserables un día más.
Fue así, tan fácil como nunca había sido».
ARTÍCULO DE PEPE CABOT. EXTRAÍDO Del libro «Cartas del diablo a su sobrino», de C. S. Lewis, el autor cristiano de las Crónicas de Narnia. El libro se publicó en 1942.